Fútbol
Allá donde te vayas, te encontrará el fútbol. En los lugares más remotos, en las zonas más inaccesibles. Incluso allí donde nada más parece llegar, llega el fútbol. Los niños que juegan en la calle, los mendigos, los jóvenes adinerados que pasean por el shoopping llevan camisetas, gorras y tatuajes del Madrid, del Manchester o del Barcelona.
Tanto balón puede llegar a ser cargante, pero cuando estás fuera de casa, el fútbol es, por encima te todo, útil. Te permite acercarte a desconocidos, iniciar conversaciones de ascensor, intimar con una pinta en la mano. Una cuestión casi de cortesía en la que sin embargo se detecta la pasión oculta en el brillo de los ojos de ese vecino con el que nunca has intercambiado un saludo.
"¿De qué equipo eres?" Si eres español, será lo primero que quieran saber de ti. "¿Madrid? ¿Barça?" Coño, estoy jodido.
Soy del Atleti, y al soltarlo percibo la duda en las miradas, ese algo que no termina de encajarles: no es la respuesta esperada. Entonces sonrían, guiñan un ojo, o piden otra pinta. Es el lenguaje universal del fútbol.