Una de las cosas negativas cuando uno de tus hobbies es viajar es sentir que el mundo realmente está globalizado y que encuentras rincones y zonas en cualquier país que son idénticos entre sí, por eso cuando ves algo realmente único y genuino lo valoras aún más. Eso nos pasó con los danzantes aztecas en México, verles moverse es algo que realmente impresiona y no te deja indiferente. No podía apartar la mirada de sus trajes de plumas, sus pinturas tribales por el cuerpo y sus bailes a ritmo de tambores que hipnotizaban.
Navegando por internet he podido saber que se suelen concentrar en la Plaza del Zócalo de México City, yo tuve la “suerte” de verles en los alrededores de la Basílica de la Virgen de Guadalupe. Suerte, porque sin saberlo caímos allí en una procesión que se hace anualmente y reunió a miles de concheros (también se les llama así) a las puertas de la basílica. No lo hacían por turismo, sino porque sienten sus raíces indígenas y quieres conservar las tradiciones prehispánicas, eso es lo les hace únicos.
Los bailes y movimientos que hacen son ancestrales, sus ritmos a base de tamborazos que animan con los cascabeles hechos con semillas que llevan atados en el tobillo, junto a sus plumas, dibujos en su piel y sus taparrabos convierten todo en un espectáculo que te sobrecoge.
Ver el contraste de bailes tribales aireados con humo de incienso junto a los devotos católicos de la Basílica de Guadalupe fue toda una experiencia.
Os recomendamos encarecidamente que si podéis no os perdáis a los danzantes aztecas en directo, la procesión fue el 9 de noviembre pero no hemos podido encontrar qué más días del año se reúnen junto a la Basílica de Guadalupe.