Te recorres los pasillos, miras, vuelves a mirar y no encuentras por ningún recoveco el Fairy de toda la vida y que tan interiorizado tenemos los españoles su envase y color. La primera vez que te aventuras en la compra de suministros básicos descubres que no es tan fácil como creías, como todo en Brasil, así que arrastras los pies, te acercas al reponedor más cercanos y con tu básico “portuñol” intentas hacerte entender. Lo consigues a malas penas y tras unos gestos de mimo universales (donde te alegras que nadie te conozca) te acompañan hasta un pasillo repleto de botellitas de colores por el que habías pasado mil veces pensando en la variedad tan grande que tienen en bebida isotónicas, pero no, es el jabón para los platos más raro que has visto.
La sorpresa no acaba ahí, cuando llegas a casa y usas la gotita de lavavajillas al que estas acostumbrado, te das cuenta que los de Villa Arriba y Villa Abajo no hubieran tenido sueldo suficiente para pagar todas las botellas necesarias para lavar la pila de platos del anuncio.